domingo, 5 de julio de 2009

Comunicación y Liturgia

DIÓCESIS DEL ALTO VALLE DEL RIO NEGRO

Jornadas de Liturgia – Julio 2009

La comunicación en la celebración litúrgica


Ejercicio 1

Te pido que te ubiques en el lugar que ocupas en la celebración eucarística en tu comunidad

Trata de señalar tres momentos de esa celebración en donde experimentas una muy

buena comunicación (puede ser con Dios, con los demás o con vos mismo)

a)...........................................................

b)...........................................................

c)............................................................

Ahora señala otros tres momentos donde notas dificultades de comunicación (también

con Dios, con los demás o con vos mismo)

a)............................................................

b).............................................................

c).............................................................

Una vez que completaste este ejercicio compartilo con quien tenés a tu lado.

Luego los dos reúnanse con otros dos para compartir lo escrito

Por último los cuatro pónganse de acuerdo en señalar un buen momento y una dificultad

para compartirlos en el plenario.

Cuando los eligieron escríbanlos y alguno de ustedes los dice en voz alta

Un buen momento.......................................................................

Una dificultad...............................................................................

Para anotar lo que proponen otros grupos:

Buenos momentos:

Dificultades:


INTRODUCCIÓN: Del acontecimiento a la celebración

La relación de Dios con su Pueblo está marcada por acontecimientos salvíficos. Estos acontecimientos se dan en un tiempo y en un espacio concreto.

Esos acontecimientos comunican la salvación. La comunican por medio de su realidad tangible, material, al alcance de quienes la viven.

Para los israelitas el acontecimiento emblemático de la salvación es el Paso del Mar Rojo. Los que allí estuvieron experimentaron como Dios, con “brazo fuerte” los liberó del Faraón y de la esclavitud de Egipto.

El pueblo de Israel - esclavo en Egipto- quería ir al desierto para celebrar el rito del cordero pascual, un rito muy antiguo que mantenía a las tribus unidas.

Con la liberación de Egipto ese rito se convierte en el signo por medio del cual ese acontecimiento liberador real se hace presente en la celebración.

A lo largo de la historia de Israel cada celebración del rito pascual es una manera concreta de tomar contacto con la salvación y la liberación.

Jesucristo comunica la plenitud de la salvación, nuestra liberación definitiva de la esclavitud del pecado y de la muerte.

Lo hace por medio de su humanidad. Solo a través de la humanidad de Jesús - con todo lo que ello implica de riqueza y de limitación- esa salvación se quedó en medio nuestro. En Jesús de Nazareth hay una cultura, una historia, unas costumbres, un espacio y un tiempo en el cuál se hace presente definitivamente la salvación de la humanidad.

La plenitud de esa salvación Jesucristo nos la alcanzó en su Misterio Pascual. El acontecimiento histórico de su Pasión, Muerte y Resurrección nos comunicó la salvación en plenitud.

También Jesús celebró ritualmente esa salvación. Transformó el rito judío en la celebración por medio de la cuál la salvación quedó en medio de nosotros. Y envió a su Iglesia para que realizara esta celebración hasta el fin de los tiempos.

Aquí nace el sentido de la Liturgia en la Iglesia: ella es la celebración del acontecimiento pascual. La liturgia tiene hoy la tarea que tenía en el tiempo de Jesús su cuerpo: comunicar por medio de los gestos y de las palabras la salvación.

Podemos preguntarnos entonces: ¿funciona la comunicación en nuestras celebraciones?

No dudamos que cada celebración es el momento en el cual Dios comunica su salvación. Pero ¿lo experimentamos realmente?

Esa comunicación pasa a través de los gestos y signos que nosotros realizamos. Conocer esta dinámica es el objetivo por el cuál nos reunimos estos días.

1. La Comunicación en la liturgia.

La comunicación pertenece a la estructura sacramental de la celebración. Por medio de esa comunicación Dios interviene en la vida de los hombres a través de las palabras y los signos.

La liturgia es un diálogo entre Dios y su Pueblo. Este diálogo ha comenzado en la automanifestación de Dios en Jesucristo y se prolonga en el acontecimiento litúrgico. Este se convierte en un encuentro eficaz y salvífico para el hombre.

A) Comunicación de Dios al hombre

Toda la revelación de Dios descansa sobre el acontecimiento de la autocomunicación de Dios en Jesucristo. En efecto él es el comunicador del Padre.

Pero Jesucristo es a la vez comunicador y mensaje, evangelizador y evangelio.

La obra comunicadora de Cristo la prosigue el Espíritu Santo. El es el comunicador interior en la actual etapa de la historia de la salvación que se realiza en la Iglesia y particularmente en la liturgia.

La liturgia es cauce, momento y ámbito de la comunicación de Dios al hombre y de la respuesta de éste en la fe, a través de los diversos elementos de la celebración.

En la liturgia se cierra ese circuito iniciado en la revelación. Así lo expresa el Concilio: “En la liturgia Dios habla a su pueblo: Cristo sigue anunciando el Evangelio. El Pueblo responde a Dios con cánticos y oraciones” (SC 33).

Esta función comunicativa de la liturgia es consecuencia a su vez de ser epifanía de la Iglesia.

Por eso la liturgia comunica mucho más que una información o un mensaje de ideas o sentimientos. Comunica una vida, la vida de Dios, que tiene su fuente en el Padre y su medio de expresión significativa y de eficacia en los sacramentos que Jesucristo ha dejado a su Iglesia para que los realice bajo la acción del Espíritu Santo.

La comunicación de Dios con los hombres es inseparable de los gestos y de las palabras que significan y contienen lo que el ha querido transmitir.

De ahí que los gestos y las palabras de la liturgia constituyen, en términos de la ciencia de la comunicación, el soporte del “mensaje” divino de la salvación, o sea, el código adaptado a la capacidad del receptor, el hombre.

Este es un ser situado en la historia, es decir en el tiempo y en la geografía, y tiene necesidad de percibir la salvación en las realidades sensibles y creadas que puede ver y entender.

En la liturgia no solo se anuncia la salvación sino que se realiza también eficazmente en un régimen de signos sensibles, que hacen que el hombre comprenda lo que Dios le ofrece y lo acepte con fe.


Ejercicio 2.

1. Pensar un rato solos en una celebración litúrgica que haya impactado muy

fuertemente en mi vida.

· ¿Qué es lo que más me quedó? ¿Por qué?

· Hay algún signo que recuerde especialmente

· Que sensaciones quedaron guardadas dentro mío al concluir la celebración

2. Compartir con el que está a mi lado el último punto.


B) Comunicación entre los hombres

La liturgia también es en cuanto celebración de la Iglesia y por consiguiente acción humana, comunicación interpersonal de todos los que se han reunido para celebrar.

La celebración exige verdadera comunicación a nivel humano por parte de todos los que participan en la acción litúrgica, de manera que el yo y el tu, dentro del horizonte comunitario se transforma verdaderamente en el nosotros eclesial, sujeto integral de la liturgia.

Más aún, a través de la comunicación humana e interpersonal de los miembros de la asamblea litúrgica se produce también la automanifestación de Dios, puesto que la asamblea es el primero de los signos de la presencia del Señor en la liturgia.

En el diálogo entre Dios y los hombres intervienen diversas personas según el grado de participación litúrgica y la naturaleza de la acción: presidente, ministros, guías, cantores. Aquí se producen una serie de emisiones y de recepciones, de interacciones personales, individuales y comunitarias, que influyen y condicionan de alguna manera la misma comunicación del misterio que se celebra.

La grandeza y la servidumbre de la liturgia cristiana está precisamente aquí, en la mediación humana querida por Dios para la automanifestación de su voluntad salvífica.

C) Exigencias indispensables:

Notamos la gran importancia que tiene realizar bien todas las acciones comunicativas dentro de la celebración: leer, cantar, hablar, hacer los gestos, llevar a cabo los ritos, para que “funcione” la comunicación en la liturgia.

No se puede ignorar y menos despreciar las exigencias antropológicas de todos los gestos litúrgicos.

Hoy ya no basta con hacer las cosas “válida y lícitamente”, sino que se ha de procurar una celebración consciente y fructuosa.

Hoy tenemos que asumir el desafío de cambiar la imagen de una Iglesia que solo asiste, escucha y cumple por la Iglesia que participa y se comunica con el misterio de la salvación. Y lo bueno de esto es que no hay que esperar tanto, el próximo domingo ya lo podemos empezar a realizar. Y esto depende mucho de cada uno de nosotros. Es una actitud de cada participante.

Esto debe ir unido a una noble sencillez y transparencia en la acción, para que toda la celebración “hable” por si misma, sin necesidad de hacer constantemente explicaciones.

Todos los elementos de la celebración son portadores de una experiencia religiosa que se ha ido acumulando a lo largo de los siglos, en unos casos, y en la que es esencial siempre la fe de una comunidad y la pertenencia a la Iglesia de Cristo.

De allí la insistencia en del Vaticano II y de todos los documentos en la educación litúrgica y en la participación activa de los fieles.

Para acceder a esa experiencia no hay otro camino que la comunicación humana en el interior de la celebración por medio de todos los signos y demás elementos que entran en juego.


Ejercicio 3.

1. Con cuál gesto que realizo en la celebración de la eucaristía experimento que

me estoy comunicando con los demás

2. Como puedo hacerlo mejor.

3. Lo comento con mi “vecino”

4. Asumimos un compromiso para llevarlo a cabo en la próxima celebración.


D) Funciones de la Comunicación en la Liturgia

La comunicación en la liturgia se produce de diversos modos. Podemos distinguir al menos estas “funciones” comunicativas.

· Informativa y didáctica

es la que transmite doctrina, creencia, valores. Puede darse a través de la palabra hablada o cantada, o también por medio del gesto. Si bien el último fin de la liturgia no es la enseñanza, sin embargo en ella hay muchos elementos que instruyen. Ejemplo: lecturas bíblicas, homilía. La proclamación del evangelio ocupa dicha función.

· Motivadora e incitante

la que motiva a realizar determinados actos (caminar, orar, mirar, hacer silencio, escuchar). Anima a crear actitudes favorables de cara a la comunicación con Dios o a la comunicación con los participantes. Se puede dar por medio de la palabra, o por medio del gesto, o también por medio del canto.

· Estética

la que comunica una emoción poética o lírica al servicio del acontecimiento que se celebra. Esta reservada generalmente al canto y a la música. Pero también se extiende a toda la ornamentación de una iglesia: las flores, las luces, los colores litúrgicos, el ámbito sagrado.

· Mistagógica

Es la función comunicativa propia de la liturgia. Conduce directamente a una más profunda penetración en el misterio. Por medio de ella se nos comunica la gracia de Cristo y la comunión trinitaria a través de los signos sacramentales. Hay una comunicación a través de los símbolos (agua, aceite, pan, vino).

Este función comunicadora de la liturgia pide una iniciación, por pequeña que sea. Estamos frente a símbolos que, aunque tienen un alcance universal, nunca dejan ver la totalidad del contenido, ni siquiera a lo ya iniciados.

Esta iniciación hay que prepararla antes de la celebración, en una buena y constante catequesis litúrgica.

Sin embargo una buena celebración constituye siempre una factor muy eficaz de iniciación y de experiencia religiosa y mistérica.

Hoy se impone cada vez más, la necesidad de usar adecuadamente todas las formas de comunicación de la liturgia, para que se mantenga el indispensable equilibrio entre ellas.

E) Códigos de comunicación utilizados en la celebración litúrgica.

· Sonoros (oído)

* verbal: es la forma más noble de comunicación humana. En la liturgia esta tiene una primacía fundamental tanto en la Proclamación de la Palabra de Dios como en las oraciones que eleva el sacerdote (eucología), o los demás ministros. Pide que siempre exista un ministro que lea, proclame, explique, ore, invite a orar, ore y realice los actos sacraméntales que siempre van unidos a la palabra. Pide también que el código lingüístico que hace posible la comunicación verbal, sea efectivamente compartido por los ministros de la liturgia y por el pueblo (emisores y receptores), pues no basta el uso de la lengua común en la celebración. Por último siempre se debe cuidar la pronunciación, la entonación, el ritmo, el énfasis. Por medio de estos códigos se transmite un talante y una espiritualidad.

* canto: el canto da relieve, ritmo, melodía y profundidad a las palabras. Expresa sentimientos, cohesiona el grupo, crea comunidad, introduce un elemento de estética y contribuye al carácter festivo de la celebración. No es un mero elemento de adorno, sino expresión del mundo interior de los hombres. Adopta formas de himno o canto ejecutado por todos (Gloria), aclamación (aleluya), meditación (salmo) o proclamación lírica (Pregón pascual).

* música: Nos referimos aquí a la música que va separada del canto. Podemos hablar de tres clases de audición de música. Directa (conciertos), indirecta (acompaña una acción), “ambiental” (crear una atmósfera agradable). La modalidad de una celebración litúrgica excluye la música como concierto. En cambio admite la música sola que pueda acompañar un rito (la presentación de dones), o cubrir espacios de silencio (después de la homilía o de la comunión). Es común en muchas iglesias la música ambiental antes de las celebraciones. Disponen y preparan el corazón para la celebración.

* silencio: aunque parezca paradójico, también el silencio tiene una función expresiva y comunicativa. En la celebración es un espacio para la interiorización, la contemplación y la oración personal que se va a integrar en la oración litúrgica y eclesial.

· Visuales (vista)

* gesto: apoya la palabra pronunciada (manos abiertas en la oración presidencial) o es expresivo por si mismo (beso del altar, el lavatorio de pies). Esos gestos tienen un significado, expresan una relación y resaltan una intención. Visualmente comunican. Las actitudes corporales significativas favorecen las actitudes religiosas mucho mejor que las mismas palabras (especialmente para los que presiden). Deben ser auténticos y realizarce con naturalidad y verdad.

* símbolo e imágenes: los símbolos de la luz, el fuego, el agua, la ceniza y otros producen un impacto visual en toda la asamblea, y son una verdadera fuente de comunicación. Las imágenes y especialmente los íconos han sido desde el principio mismo de la Iglesia un medio de comunicación visual muy importante.

* vestidos y objetos: el libro de los evangelios que se lleva en procesión (evangelario), la Cruz, el cirio pascual, los candelabros, las flores entran en la categoría de significantes capaces de transmitir un mensaje. En cuanto a la vestimenta de los ministros esta surge cuando las asambleas eran multitudinarias y fue necesario distinguirlos (especialmente al presidente). Hoy ponen de manifiesto el lugar particular que ocupa quien preside una celebración y sus colaboradores más cercanos. Los colores de los ornamentos también comunican las diversas características de los tiempos litúrgicos.

* espacio: podemos sostener que los edificios, sea cual sea su destino, traducen en estructuras y en ornamentación los valores atribuidos a los diversos aspectos de la existencia humana. La estructura de una Iglesia, antigua o moderna, expresa una determinada idea del misterio de la comunión eclesial. Hoy se cuida muchísimo este aspecto. Fijemos la atención en un Banco o en un Comercio: suelen estar muy bien pensados para su fin (a veces mejor que un templo). El espacio pensado para un templo pide nobleza y autenticidad en los materiales, valor artístico en cuanto sea posible y funcionalidad litúrgica y comunicativa.

· Táctiles (tacto)

En algunas celebraciones sacramentales el tacto comunica la misma gracia sacramental. Así la signación, la unción, la imposición de manos, la unión de manos de los esposos. También en estas celebraciones hay otros gestos que acompañan e ilustran lo que se celebra: tomar las manos del ordenado en la promesa de obediencia, el beso de la paz, el abrazo de recepción en el orden sagrado, imposición del anillo episcopal o de las alianzas de los esposos. Hay otros gestos no previstos en la ordenación general de algunos ritos, pero que expresan con más claridad lo que se está realizando (tomarse de las manos en el Padre Nuestro). Estos gestos son optativos y se adaptan a cada comunidad y cultura.

· Olfativos (olfato)

El incienso perfumado, símbolo de las oraciones de los santos, es un elemento comunicativo. Quiere manifestar el carácter de ofrenda que tiene toda celebración en la Iglesia. Es importante que el incienso no sea solo visual, sino que también se huela realmente. Otro elemento que tiene como finalidad comunicar por código olfativo es el perfume que se mezcla con el óleo para el Crisma. En nuestra diócesis se utiliza extracto de lavanda. El Crisma se distingue de los demás óleos por el perfume que emite. Aquellos que son ungidos (bautizados, confirmados, sacerdotes, obispos, altares y templos) deben transmitir a los demás el buen olor de Cristo.

· Gustativos (gusto)

También en este caso la celebración de la eucaristía está basada en un gesto comunicativo que pasa por el gusto. Hay que comer el Pan de Vida, Cuerpo entregado y beber la Sangre de la Nueva Alianza para así participar de la Pascua del Señor y realizar nuestra propia pascua. Este gesto de comer y beber alrededor de una mesa identifica a los cristianos como una comunidad. Deberíamos hacer todo lo posible por recuperar el gesto de beber la Sangre de Cristo. Y también de que el pan, aunque ázimo (sin levadura) sea significativamente “pan”. A veces la hostia está muy lejos de ser un trozo de pan.

F) Conclusión

La liturgia es un fenómeno de comunicación mucho más rico de lo que a primera vista parece. Más aún, antes de que las modernas ciencias del hombre prestarán atención a las comunicaciones sociales, la liturgia, inspirada en la pedagogía divina puesta de manifiesto en la Biblia, trata por todos los medios a su alcance de acercar el acontecimiento de salvación a los hombres y de ofrecerles un cauce para celebrarlo de acuerdo con la condición humana, expresiva y comunicativa a través del cuerpo y los sentidos.

Quienes tomamos parte en la acción litúrgica, tenemos el desafío de utilizar muy bien estos códigos multisensoriales por los cuales se comunica la salvación.

Ahora, como pastores del Pueblo de Dios debemos asumir el alegre desafío de realizar cada vez celebraciones litúrgicas donde se experimente vitalmente que somos salvados y que surgimos renovados para el compromiso cristiano, “mientras aguardamos con alegre esperanza la venida de Nuestro Salvador Jesucristo”. Porque:

La liturgia es mucho más que una serie de gestos llenos de significados que recibimos de una tradición de siglos...

ES EL MODO ESPECÍFICAMENTE CRISTIANO DE SER EN EL MUNDO.

Participar en ella es mucho más que presenciar con respeto un rito que hace otro...

ES EJERCER CON PALABRAS Y OBRAS EL OFICIO DE SACERDOTES QUE TODOS RECIBIMOS EN EL BAUTISMO EN ARMONÍA CON LA GRAN “ORQUESTA DEL PUEBLO” DE DIOS.

Servir en ella es mucho más que ofrecerse a dar una mano preparando cosas, leyendo, empezando los cantos...

ES ENTREGARSE AL SOPLO DEL ESPÍRITU PARA DARLE A DIOS VOZ, CUERPO, MÚSICA, BELLEZA, EXPRESIÓN PALPABLE, DELANTE DE LOS HOMBRES.

¿Es fácil?

NO

¿Vale la pena?

TANTO, QUE ALLÍ SE JUEGA TODA NUESTRA COMPRENSIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO. EN CIERTO MODO EN ESO NOS VA LA SALVACIÓN.

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